100 Peliculas que debes bajar: N°2 - The Curious Case of Benjamin Button


Imagina que naces con el aspecto y facultades de un anciano de 80 años pero en el cuerpo de un bebé. Imagina que tu padre te abandonó en las escalerillas de alguna casa debido al rechazo que le causaste. Imagina que tus primeros pasos los distes con la ayuda de un bastón y no la de un andador. Imagina que tus primeros años en vez de pasarlos en un jardín infantil los pasaste en una casa de reposo. Imagina que antes de ir al colegio comenzaste trabajando de cargador en un barco en altamar. Imagina que en vez de jugar a “paco y ladrón” tuviste que defender a tu país en una guerra mundial. Imagina que te enamoraste para toda la vida cuando tenías cronológicamente 10 años pero físicamente 70. Y fue de una niña de 10 años. Imagina un reloj que en vez de moverse hacia la derecha se mueve hacia la izquierda. Imagina que la fantasía de ir rejuveneciendo cuando pasan los años es más jodida que gratificante. Imagina que eres Benjamin Button y eres el protagonista de esta reseña.



“Muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia” postuló Fitzgerald, y justamente eso presenciamos en “The Curious Case of Benjamin Button”, en donde nuestro héroe debe afrontar la odisea de tener que vivir cronológicamente a la inversa, topándose con el conflicto de que la personas que ama van envejeciendo mientras el va rejuveneciendo.

Y es que fantasías como las de nunca envejecer o poseer vida eterna, están condenadas para siempre a ser simples fantasías, porque dentro del orden de la realidad serían prácticamente insostenibles. Serían agobiantes. Trágicas.

Es por eso que Freud sostenía que los deseos son proscriptos de la consciencia (o reprimidos como erróneamente decimos) debido a que sus demandas son absurdas. Imposibles.

¿Y no es el amor absurdo y paradójico? ¿Es posible sentirlo sin vivenciar su pérdida, sin vivenciar su falta? ¿Es posible el amor sin estar acompañado de sufrimiento?

Cuando Benjamin Button toma consciencia que su vida es diferente a la de los demás, que su vida es curiosa, que su vida es trágica, es cuando se enamora.

Benjamin y Daisy -su amada- se encuentran en un mismo lugar, en un mismo tiempo, pero en dos momentos diferentes que hacen prácticamente imposible su co-existencia como pareja.

Entonces, ¿Cómo podría el curioso Benjamin Button poseer por siempre a Daisy si su trágico destino es morir siendo niño?

Si cuando uno va el otro viene.

Eclipsándose y perdiéndose.

En “The Curious Case of Benjamin Button” (2008), el director estadounidense David Fincher nos presenta una obra digna de todo tipo de palmarés y que cuenta con una selección escogida con pinzas del cine actual. Partiendo con Eric Roth (Oscar en “Forrest Gump“), quien adaptó el guión de un cuento sacado del libro “Cuentos de la era del jazz” del estadounidense Francis Scott Fitzgerald (“El Gran Gatsby”), continuando con un selecto grupo de actores conformados por Cate Blanchett (Oscar en “The Aviator”), Tilda Swinton (Oscar en “Michael Clayton”), y -por supuesto- Brad Pitt (Nominado al Oscar en “Twelve Monkeys“), quien insistió por interpretar a Button en todas las etapas de su vida, teniendo que someterse a casi 5 horas diarias de maquillaje.

Nota aparte se merecen los encargados de los efectos visuales (mejor no sigas leyendo), ya que el Button que vemos la primera hora de la película, no es más que un anciano modificado digitalmente mediante una animación compuesta por una base de datos de miles de movimientos músculo-faciales de Pitt. Y cuando vemos a Button de niño, la cabeza que vemos no es la del pendex, sino que nuevamente la de Pitt vía CGI. ¿Impresionante no?

No puedo olvidar mencionar a nuestro compatriota Claudio Miranda (que viene trabajando con Fincher desde “Se7en”), quien es el encargado de la monumental fotografía que contiene la película. Parece que los chilenos estamos en todos lados.



“The Curious Case of Benjamin Button” es de esas cintas magnánimas y con un buen guión que sorprenden en medio de tanto blockbuster. De esas que te hacen pensar y cuestionar -aunque sea por minutos- el sentido de tu vida. De esas que te entretienen, te dan ganas de recomendar y te hacen debatir. De esas que tienes que ver a la brevedad, y si te fuera posible en el cine, ya que obras como ésta merecen el precio de una entrada. Yo la pagaría por exclusivamente ver en pantalla grande y sonido cabrón la escena en donde Button camina por primera vez.

Si te gusta Tim Burton, Michel Gondry y Jean Pierre Jeunet ésta es la tuya.

O, “Maybe nooot”.







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