Chile Puede
Por Eduardo Bertrán
Existe un estilo de arte denominado “Naif”. Proviene del Francés y se utiliza a cierto tipo de pintura que va de la mano de lo espontáneamente ingenuo.
“Chile puede” es la primera de una larga lista de películas que se estrenarán el 2008 que van de la mano de esta corriente. La siguen “Pulentos”, “Mirageman”, “31 Minutos”, “Santos”, todas apelando a una grandilocuencia infantil digna de los “Goonies” o los grandes clásicos de “Tardes de cine”.
Si hace uno años todo era sexo (”Sexo con amor”, “El chacotero sentimental”), después todo era marginal, casi en coa (”Paraiso B”, “Mala Leche”), luego giraron a películas experimentales (”Play”, “La sagrada familia”, “Sabado”), más tarde a pequeñas historias íntimas (”Padre Nuestro”, “En la cama”) ahora la cosa va a la familia.
Esto, lejos de ser algo malo, habla de un interés de la pseudo industria nacional por mirar que lo que más mete gente a las salas es el universo de cintas sanas como un yoghurt, de superhéroes o animadas.
En manos de Ricardo Larraín (”La frontera”) “Chile puede” tiene oficio y técnica. Los efectos especiales, si bien no son de “Transformers” son impresionantes para estar completamente gestados en nuestro país. Es una cinta que se hace muy grata en colorido, fotografía y con recursos novedosos y freaks (de frentón, el doblaje de los gringos a un Spanglish medio es una excentricidad del cine nacional).
Boris vuelve a investigar al “chileno medio”, en un papel sin skills actorales de ningún tipo. Quercia parece ser un género en si mismo, como una especie de “Condorito”, que tiene una personalidad definida, aunque en su chiste sea de cuico, carnicero, millonario, astronauta, profesor o mafioso: es la misma persona. Caso aparte Javiera Contador, que ha ido agarrando vuelo y parece una carta segura para realizar unas 5 películas al hilo. Esta muy bien en esta película.
La película es entretenida, corre bien, pero es demasiado “nice” para mi. Hubo un minuto en que ya me dieron ganas de ver personas de carne y hueso, más que personajes de peluche.
Recomendable, claro está. Para ir con niños, pero uno sale del cine con gusto a nada. Ni siquiera a que la vida es linda. Simplemente “que simpática la película”. Eso que se pasea por muchos de los temas más relevantes de la agenda nacional (la mediocridad, la mentira, la paranoia estadounidense, el monopolio norteamericano al expulsar a Rusia de la carrera espacial, la caida del socialismo, el capitalismo como modelo acabado) sin embargo, todo es en un modo tan pasado por cloro que simplemente, no tiene dobles lecturas.
Es lo que es: una cinta para toda la familia. TODA, desde la abuelita hasta el niño comecabritas.
Honesta y digna “Chile Puede” pasa la prueba de la blancura con creces. Demasiada blancura tal vez.
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